La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública a nivel mundial más graves del siglo XXI, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). España se sitúa en el grupo definido con un porcentaje de más del 25% de exceso de peso, cerca de los países con cifras más altas. La alimentación y la actividad física son los factores clave para el desarrollo de la obesidad infantil. El sedentarismo se ha convertido en una amenaza para los niños y los jóvenes, ya que pasan más horas sentados frente a ordenadores o videoconsolas. La sociedad se encuentra ante la paradoja que en un omento histórico en el que hay más conocimiento y desarrollo tecnológico, las nuevas generaciones van a ser las primeras que reduzcan su esperanza de vida aspecto a las generaciones anteriores.
La obesidad y el exceso de peso no son simplemente un problema estético, sino que representa un verdadero problema social de salud con importantes implicaciones a corto y largo plazo tanto físicas como emocionales y sociales. Repercuten en la persona que la padece, pero también tienen consecuencias económicas y en el sistema sanitario.
En este sentido, el Instituto DKV ha lanzado una investigación, bajo el nombre de Estudio sobre la obesidad infantil en España, en el que realiza una amplia foto de la situación actual de este problema.
Riesgos de la obesidad infantil
La obesidad infantil es un factor de riesgo de problemas graves de salud como diabetes, enfermedades del corazón y asma. Además, tiene consecuencias psicológicas y emocionales, ya que los niños con sobrepeso con frecuencia son objeto de burlas y exclusión de las actividades de grupo, lo que puede conducir a una baja autoestima, la imagen corporal negativa y la depresión. La obesidad afecta más a las clases socioeconómicas más desfavorecidas y con menos nivel sociocultural, con patrones dietéticos menos saludables y menos oportunidades para la actividad física.
El coste de la obesidad puede llegar a representar hasta el 12% del gasto sanitario en algunos países. En España se estimó que el coste de la obesidad y las enfermedades asociadas representaba unos costes anuales de 5.000 millones de euros.
Una vez instaurada la obesidad su tratamiento tiene una eficacia limitada y es costoso, por lo que es imprescindible su prevención desde la infancia, mediante promoción de hábitos y comportamientos saludables, comenzando en edades tempranas e incluso en la misma gestación.
La gran mayoría de las obesidades son consecuencia de una compleja interacción de factores genéticos, hormonales, nutricionales, actividad física y factores físicos, psicológicos y sociales del entorno. Además, los genes como el entorno contribuyen al riesgo de obesidad y por ello se habla de una multicasualidad y de la interacción entre factores genéticos y factores ambientales.
El estudio alerta que la sociedad sigue sin percibir la obesidad como una enfermedad, a pesar de ser una patología nutricional que más prevalece en la edad pediátrica con conocida repercusiones negativas para la salud y el bienestar a corte, medio y largo plazo. Para conseguir cambios de comportamientos reales a favor de unos hábitos más saludables es necesario incrementar la conciencia social y estimular la predisposición al cambio, así como mejorar los comportamientos de los niños, en particular en el ámbito familiar. Lidia Vicente / COECS/ DKV