La ‘vuelta al cole’ lleva aparejadas una serie de recomendaciones que van más allá de lo estrictamente académico. Y la salud oral es una de ellas. El verano es la estación del año más perniciosa para la salud bucodental de los más pequeños, pues no sólo disminuye en frecuencia e intensidad la higiene oral, sino que además aumenta la ingesta de azúcares, derivada de la amplia oferta de helados y refrescos, y se registra un mayor número de traumatismos en la dentición, fundamentalmente durante la práctica de actividades acuáticas.
Los profesionales de la odontología de la provincia de Castellón recomiendan las revisiones periódicas en niños desde la erupción del primer diente para habituarle al medio odontológico e instruir a los padres y madres en medidas preventivas de higiene oral y dietéticas con las que evitar la aparición de caries en el paciente infantil, que es la enfermedad crónica más común en este grupo de población. La frecuencia de estos chequeos dependerá del riesgo individual de cada paciente, aunque se recomienda realizar al menos uno al año. Con todo, los profesionales coinciden en que la incorporación al curso escolar es “un buen momento para acudir al dentista”, explica desde el Colegio Oficial de Dentistas de Castellón (CODECS), el odontólogo y ortodoncista Alfonso Ferrer.
El dentista pediátrico es el profesional más adecuado para realizar este tipo de revisiones infantiles, “no sólo por la singularidad de la patología dental del menor, sino también por el manejo conductual del mismo, porque los niños tienen unos tiempos y respuestas diferentes a los de un adulto”, señala.
Instruir tanto al menor como a sus padres
En este tipo de visitas, que tienen como objetivo principal la prevención, el profesional no sólo valorará y reparará los posibles daños ocasionados por el descuido de la limpieza oral –en este caso durante el verano-, sino que estimulará y reforzará el hábito de higiene bucodental en los más pequeños mediante la técnica del cepillado dental, clave para prevenir la caries y que debe llevarse a cabo tres veces al día, tras la ingesta de las principales comidas, y durante al menos dos minutos. Además, en estas revisiones el profesional transmitirá a los tutores “la importancia de que supervisen la cantidad y calidad de los cuidados orales diarios de los niños”, añade la odontopediatra Paula Andrés.
Ambos expertos señalan que conseguir un buen cepillado bucodental requiere de una destreza determinada y una habilidad motora “que se logra entre los 7 y los 10 años, por lo que hasta la adolescencia se aconseja la supervisión de los padres”.
Adaptar el cepillado a la destreza manual del niño
Mientras en el adulto se aplica la técnica de cepillado de Bass modificada, que persigue retirar la placa en un sentido gíngivo-oclusal -desde la encía hacia la superficie oclusal del diente- para no impactar la placa bacteriana en el surco gingival, en los niños ésta es compleja y difícil de acometer “y por ello se recomienda usar otras más sencillas como el movimiento circular del cepillo, dibujando círculos sobre la pieza dental”, apunta Alfonso Ferrer.
Durante el cepillado los profesionales insisten en la importancia de ser consciente de haber repasado todas las superficies de la dentición “y hacerlo enfrente de un espejo les ayuda”.
Recuerdan la importancia de limpiar también las dos superficies de la cavidad oral con mayor cúmulo de bacterias, como son el dorso de lengua, por su rugosidad, y la superficie interproximal de los dientes, por su inaccesibilidad, así como controlar la cantidad de flúor de la pasta dentífrica según los parámetros de la Sociedad Española de Odontoediatría, que en el último ‘Protocolo de diagnóstico, pronóstico y prevención de caries de la primera infancia’, indica que a partir de los 0 a 3 años se cepille con pasta de 1.000 partes por millón de ion flúor en cantidad de grano de arroz, de los 3 a los 6 con 1.000-1.450 partes por millón de ion flúor en cantidad de guisante, y a partir de los 6 años se puede aumentar a 1.450 partes por millón de ion flúor.
La importancia de la dieta
Junto a la técnica del cepillado se deben incluir los hábitos alimenticios como parte fundamental para blindar una buena salud oral y disminuir así el índice de caries en el paciente infantil. Entre los productos que han controlarse figuran los zumos de frutas, los refrescos y derivados lácteos de origen industrial por su alta concentración de azúcares; otros alimentos cariogénicos como la miel, las galletas, la bollería industrial, el pan de molde o las papas embolsadas “y, por supuesto, las chucherías, que por su viscosidad se adhieren e impactan en la superficie del diente, permaneciendo más tiempo en ella”, recuerda Ferrer. Por el contrario, aconsejan alimentos como los zumos naturales, el queso, trozos de fruta o verduras crudas, pan integral, tortitas de maíz, yogurt natural, etc.
Por último, y ante la pregunta habitual que se plantean las madres y los padres acerca de la edad idónea para someter a sus hijos a una primera revisión bucal, el ortodoncista Alfonso Ferrer recomienda “realizarla a partir de la erupción del primer diente”. En ella, además de la revisión oral, se marcarán las pautas preventivas no sólo de higiene oral sino de dieta.
Al respecto, Paula Andrés recuerda que la higiene bucal debe iniciarse en los bebés con la limpieza de las encías desde el nacimiento, “una vez al día y utilizando una gasa húmeda o un dedal de silicona”. También incide en la importancia de evitar o retardar al máximo el contagio del adulto al niño por bacterias responsables de la caries como es el Streptococcus Mutans, “y que se produce con hábitos tan comunes como el de compartir cuchara o soplar la comida del bebé para enfriarla”, explica Andrés.
“En sanidad la prevención juega un papel fundamental. Y en la odontología pediátrica sabemos qué medidas son las adecuadas para reducir notablemente la incidencia de patología oral. Empezar pronto es empezar bien”, concluyen. COECS/CODECS.