La hepatitis es una inflamación del hígado que puede ser debida a diversas causas, aunque generalmente es un virus el responsable de la afección, explican los Hospitales Vithas Nisa mediante un comunicado. “Por su riesgo de contagio, las que más preocupan a la sociedad son las hepatitis infecciosas que se transmiten por los virus A-B-C-D-E. Las hepatitis B, C y D se transmiten a través de la sangre o por la exposición inaparente de la piel o mucosas, mientras que las hepatitis de transmisión oral-fecal, es decir, contacto cercano con una persona que tiene la infección o por ingestión de alimentos o agua contaminados con el virus, son la A y la E”, explica el Dr. Juan José Urquijo, especialista en aparato digestivo del Hospital Vithas 9 de Octubre.
Los datos de los últimos años son realmente esperanzadores en cuanto al control de una patología, la hepatitis, que siempre ha despertado temor por su alto poder de contagio. Desde que se implantó el plan estratégico nacional para el abordaje de la hepatitis C en 2015 se han tratado en toda España más de 130.000 pacientes, curados en su gran mayoría.
Por otra parte, la aparición de los antivirales de acción directa en el tratamiento del virus de la hepatitis C en 2015 ha conseguido, con la asociación de fármacos con escasos efectos secundarios y una duración del tratamiento de 8 a 12 semanas, la eliminación del virus en la práctica totalidad de los pacientes tratados.
“No obstante”, matiza el Dr. Urquijo, “para alcanzar el objetivo de poder eliminar la enfermedad es necesario realizar un cribado poblacional masivo dado que se estima que en España hay 76.000 personas infectadas por el virus C que podrían ser pacientes ocultos que no acceden al sistema sanitario. Por ello, es necesario diagnosticar y tratar a pacientes con más riesgo de tener el virus C, como son personas que se sometieron a una transfusión antes de 1992, usuarios de drogas, personas con prácticas sexuales de riesgo o inmigrantes procedentes de países con alta prevalencia”.
Se puede producir por uso de agujas contaminadas, cuchillas u otros materiales que puedan producir lesiones en la piel estando con material biológico contaminado. Antes del hallazgo del VHC eran las transfusiones sanguíneas, una de las causas más frecuentes.
El caso de la hepatitis B es diferente. A las medidas de prevención se une la ventaja de contar con una vacuna contra la enfermedad, y así, “es posible que con los años podamos alcanzar la eliminación del virus o sea mínima su presencia a nivel mundial”, aclara el Dr. Urquijo.
Riesgo de infección
El riesgo a contraer una hepatitis B, C o D es mayor entre personas que tienen un trabajo que lo expone a sangre humana (sanitarios, policías, funcionarios de prisiones, etc.) o que conviven con alguien que tiene una infección crónica por hepatitis vírica, personas que se inyectan drogas vía intravenosa, que tienen relaciones sexuales con una persona infectada con hepatitis, u hombres que tiene relaciones sexuales con hombres, portadores de tatuajes o piercing o personas nacidas en Asia, África o Europa del Este (por los altos niveles de prevalencia en estos lugares).
También pacientes que estén en hemodiálisis, que requieran transfusiones frecuentes de sangre o los hijos de madres con infecciones crónicas. “El contagio se puede producir por uso de agujas contaminadas, cuchillas u otros materiales que puedan producir lesiones en la piel estando con material biológico contaminado. Antes del hallazgo del virus de la hepatitis una de las causas más frecuentes de contagio eran las transfusiones sanguíneas”, matiza el Dr. Pascual Carbonell, especialista en aparato digestivo del Hospital Vithas Virgen del Consuelo.
En este sentido, aclara el Dr. Urquijo, estos virus de transmisión parenteral “no se transmiten por contacto casual, como darse las manos, comer alimentos preparados por una persona infectada, besos o abrazos, compartir cubiertos, platos o tazas, visitar la casa de una persona infectada, estornudar o toser, o con la lactancia materna”.
Hepatitis crónica
La gran mayoría de los pacientes con hepatitis crónica están asintomáticos. “El diagnóstico en la mayoría de ellos llega tras la elevación de transaminasas en analíticas rutinarias, al donar sangre o al realizar un estudio de serología para una intervención quirúrgica”, explica el Dr. Urquijo. “Los pacientes deben realizarse controles analíticos semestrales, llevar una vida lo más saludable evitando el alcohol y especial cuidado con fármacos como pueden ser los antiinflamatorios, y evitar productos de herboristería que tradicionalmente han sido considerados inocuos y presentan potencial toxicidad hepática. Los pacientes deben ser vacunados de la gripe y de la hepatitis A, y también de la B, en caso de ser una infección crónica C”.
Pese a que la gran mayoría de personas con hepatitis crónica no tenga síntomas, ésta encierra cierta dosis de riesgo, ya que muchos de esos pacientes, que no presentan síntoma alguno, no tienen un diagnóstico, no son conocedores de su potencial como transmisores del virus y, en consecuencia, pueden contagiar a otros sin saberlo. En este sentido, aclara el Dr. Urquijo, “el temor al contagio no es infundado, por lo que conviene tomar medidas preventivas ante las vías de contagio de la hepatitis vírica, es decir, ante situaciones de exposición a fluidos o sangre”. Vithas Nisa