La Organización Colegial de Enfermería de España se suma a la petición del Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) en la que pide a los gobiernos que registren el número de contagios y fallecimientos de personal sanitario y que tome las medidas que sean necesarias para proteger a las enfermeras frente al COVID-19. “No hay datos exactos y necesitamos saber cuántos compañeros han perdido la vida durante la pandemia. Hay que recordar a los gobiernos de los todos los países del mundo que los enfermeros y enfermeras fallecidos no son números, son personas que se han perdido la vida por salvar la de sus pacientes”, expone Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería.
En España han fallecido cinco enfermeros confirmados por COVID-19: Encarni Vicente (52 años de Bizkaia), Pedro Carrillo (59 años, Jaén), Esteban Peñarrubia (57 años, Madrid), José Montero (63 años, Ciudad Real) y Nanda Casado (62 años, Córdoba).
Y es que, hasta el momento, no hay ningún registro sistemático y estandarizado del número de enfermeras y trabajadores sanitarios que han contraído la enfermedad o han muerto por ella. Sin embargo, el análisis del CIE, basado en datos de sus Asociaciones Nacionales de Enfermería, así como en cifras oficiales e informes de los medios de comunicación de una serie limitada de países, apunta a que más de 230.000 trabajadores sanitarios han contraído la enfermedad y más de 600 enfermeras han fallecido como consecuencia.
“Llevamos semanas pidiendo que se recabe información sobre los contagios y fallecimientos de enfermeras. Necesitamos una base de datos central con información fiable, estandarizada y comparable sobre todas las infecciones, periodos de cuarentena y muertes que guarden relación directa o indirecta con el COVID-19. Los países necesitan mecanismos claros para presentar informes, analizar el impacto y realizar la labor de monitorización considerando asimismo los incidentes de violencia psicológica, sexual y física contra los trabajadores de la salud. Sin esa información no podemos saber el coste real del COVID-19, lo cual reducirá nuestra capacidad de abordar otras pandemias en el futuro. Florence Nightingale conocía la importancia de los datos en la lucha contra la enfermedad y en este caso su ausencia posiblemente les esté costando la vida a muchas enfermeras, además de devastar a sus familias y acabar con sus carreras en pleno apogeo. No se puede permitir que continúe y el CIE exige que se actúe ahora para corregir esta situación”, explica Howard Catton, director general del CIE.
El análisis del CIE muestra que como media el 7% de todos los casos de COVID-19 en todo el mundo afectan a trabajadores sanitarios, lo cual supone que las enfermeras y otros profesionales se enfrentan a un gran riesgo personal, al igual que los pacientes a los que cuidan. Una extrapolación de la cifra del 7% calculada por el CIE para abarcar a todos los países señala que hasta 450.000 de los más de seis millones de casos del mundo podrían ser de trabajadores sanitarios.
La proporción de trabajadores sanitarios contagiados varía ampliamente entre países. Sin embargo, muchas naciones no están registrando los datos, lo cual dificulta extremamente la realización de comparaciones significativas a nivel internacional. Las cifras, aunque parciales y preliminares, plantean una serie de preguntas a las que se podría dar respuesta si todos los países recopilaran datos estandarizados completos y si estos se recabaran centralizadamente a escala mundial.
“En estos momentos la enfermería parece ser uno de los trabajos más peligrosos del mundo. Necesitamos obtener estas cifras en relación con cada país para saber qué está sucediendo exactamente que explique estas variaciones que son evidentes incluso si solo se echa un vistazo rápido a los números. Solo entonces podremos aprender la mejor forma de mantener seguras a nuestras enfermeras y prevenir que se repitan estas terribles estadísticas en el futuro”, comenta Catton.
La falta de material ha sido una de las causas de elevado número de contagios entre sanitarios, “en España es de un 22% aproximadamente y es una cifra muy alarmante, que se debe, en gran parte, a la falta de los equipos de protección individual. Si a estos datos le sumamos la escasez de enfermeras demuestra hasta qué punto los profesionales sanitarios se encuentran en una situación de presión enorme. Por tanto, pedimos a los países que inviertan en enfermería porque este virus ha puesto de manifiesto la importancia de contar con sistemas de salud más fuertes”, señala Pérez Raya. CGE