JORGE RAYA
Estudiante de Periodismo en la Universidad Cardenal Herrera-CEU. Sin experiencia pero con vocación. Aficionado del cine, la música, la literatura y el fútbol cuando es auténtico. Será por la inocencia de mi juventud, pero todavía creo en el buen periodismo.
Oriol Pujol renuncia, aunque tan solo a sus funciones políticas como Presidente de CiU. Seguirá cobrando del maravilloso bote que todos los españoles les ofrecemos tanto a los presuntos culpables como a los presuntos inocentes. Esto es, cobrará el sueldo que como diputado y militante del partido le corresponde, aunque sin la responsabilidad política que tuviera hasta entonces. Lo que siempre se ha conocido como chollo o ganga. Que la Justicia trabaje, que mientras investigan ya iré yo haciendo crecer mi cuenta corriente. Ya cuando me pillen, si eso, abandonaré la política en sueldo y ejercicio.
Chris Huhne, ex Ministro de Energía británico, se estará llevando las manos a la cabeza tras enterarse de la noticia —dando por hecho, claro, que tal información llegara a sus oídos—. Pobre de mí, pensará. Aquí, en mi país, en las islas, dimitiendo por una multa de tráfico. Y no solo dimitiendo, sino con una condena a cumplir de ocho meses entre rejas… ¡por una multa de tráfico! Y en el sur, todos los desaprensivos maleantes, todos y cada uno de ellos, aprovechándose de su poder político para el bien particular de empresarios codiciosos y sin escrúpulos, sanguijuelas en busca de riqueza, a cambio de futuros favores económicos o de cualquier otro tipo. En Reino Unido dimitiendo por infracciones de tráfico y en España nutriéndose del engaño, la mentira y el mangoneo.
Esta es la verdadera tragedia de España, la tragedia de un país incapaz de privar de libertad a aquellos responsables implicados (directa e indirectamente) en las desdichas e infortunios de una ciudadanía cuyo enfado parece ir superando, progresivamente, a su paciencia.
Oriol Pujol no es sino un nombre más en la lista de presuntos corruptos y oportunistas que sacan partido de su posición política. Todo apunta a que el hijo del ex President coordinó, dirigió y amparó una operación relacionada con la adjudicación de estaciones de ITV. Una trama en la que participarían tanto figuras de la clase política como amigotes del mundillo empresarial. Una operación cuyo riesgo era proporcional a la tajada de un negocio tan suculento. Unos verdaderos santos. Oriol Pujol se enfrenta a una acusación de tráfico de influencias de la que no parece que vaya a salir muy bien parado.
Me pregunto cuántas tropelías más aguantará un país con más de un cuarto de la población parada y unos 500 desahucios diarios. Si la Justicia no responde, el estallido social no tardará en producirse. Y, en todo caso, estaría del todo legitimado.