Un megaestudio sobre los anticuerpos de 10.000 personas de EE.UU. ha dado una sorpresa a los alergólogos al revelar que la proporción de personas alérgicas es la misma en cualquier zona del país, lo único que varía es la sustancia que cada una rechaza. ¿La predisposición importa más que la exposición? De confirmarse, los médicos tendrían que revisar algunas terapias.
La intuición llevaría a pensar que en zonas con mayor cantidad de polen se producen más alergias. Pues no es así. El censo más amplio realizado hasta la fecha, con una muestra de 10.000 personas repartidas por toda la geografía estadounidense a quienes se les midieron anticuerpos de 19 alérgenos diferentes, establece que la prevalencia de alergias en mayores de cinco años es la misma en cualquier región de EE UU.
“Este fue el resultado más inesperado del estudio”, explica a Sinc Darryl Zeldin, líder del trabajo y director del Instituto Nacional de Salud Ambiental del NIH. “Imaginábamos que en unas zonas la población sufriría más alergias que en otras. En cambio, la prevalencia [proporción de individuos con ese problema en un periodo determinado] es prácticamente idéntica a lo largo de EE UU, cosa que nos hace pensar que lo importante no son los factores externos, sino los internos”.
“Es un dato verdaderamente interesante”, opina Josep Maria Antó, director del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental de Barcelona y coordinador del proyecto europeo MeDall destinado a entender los mecanismos de aparición de las alergias. “Desde hace diez años sospechamos que no son tanto el resultado de una exposición a alérgenos específicos, sino más bien una predisposición previa que se manifiesta cuando hay exposición. El estudio apoya esta hipótesis”, apunta Antó, que no está involucrado en la investigación.
“Si alguien tiene predisposición a sufrir alergias, reaccionará ante lo que haya en su ambiente, ya sea polen, comida o pelos de gato”, sentencia Zeldin
Los investigadores estadounidenses han confirmado que el tipo de alergia sí es diferente en una región u otra. Por ejemplo, en la costa este hay más alergias a sustancias propias de interiores, como pelo de gato o ácaros del polvo, y en la costa oeste a sustancias de exteriores, como hierbas o polen.
Pero el hecho de que la prevalencia final sea tan similar indica que “si alguien tiene predisposición a sufrir alergias, va a reaccionar ante lo que encuentre en su ambiente, ya sea polen, cucarachas, comida o pelos de gato. Lo importante no es a qué te expongas, sino la sensibilidad de tu sistema inmunitario a sobrerreaccionar”, sentencia Zeldin.
“Y también nos hace pensar que los factores genéticos pueden ser más determinantes y generales de lo que creíamos”, añade este médico e investigador. La gente se hace alérgica antes de la exposición, no después.
La Europa del norte es más alérgica que la mediterránea
Josep María Antó matiza que “una cosa son los datos y otra las interpretaciones”, y cita estudios a escala europea y mundial en los que sí se observa variación en la prevalencia de las alergias. “Tanto en países industrializados como en el mundo en desarrollo hay más alergias en las ciudades que en las áreas rurales. Esto está bien establecido. Y, si miramos dentro de Europa, vemos que los países nórdicos sufren más alergias que los mediterráneos. Pero, ciertamente, todavía desconocemos las causas y mecanismos”.
Cuando una persona es alérgica a una sustancia, su sistema inmunitario se defiende de manera exagerada ante lo que considera una amenaza, produciendo inmunoglobulina E (IgE), que provoca la reacción alérgica. Por eso, para detectar alergias, se miden en sangre los niveles de distintas variantes de la IgE.
Antó destaca que el estudio estadounidense haya analizado la presencia en sangre de 19 anticuerpos IgE diferentes, mientras que de momento los estudios europeos han utilizado solo entre 5 y 7. “No me sorprendería que si ampliáramos el número de sensibilidades medidas observáramos también más homogeneidad en Europa”.
“Cuanto más sucio está el ambiente en que te crías, menos riesgo de alergias tendrás”, establece Zeldin
Resulta obvio que en la aparición de alergias intervienen factores ambientales como el exceso de higiene, la contaminación y la obesidad. Los niños que van a guarderías desarrollan menos alergias que los criados en casa.
Por su mayor exposición a gérmenes desde pequeños, los que tienen hermanos también sufren menos alergias que los hijos únicos. Y en un estudio realizado en zonas rurales de Austria y Alemania se observó que la exposición a endotoxinas bacterianas procedentes del ganado generaba una notable protección frente alergias.
“Cuanto más sucio está el ambiente en que te crías, menos riesgo de alergias tendrás”, establece Zeldin, quien acaba de publicar otro estudio demostrando que la exposición a altos niveles de NO2 y partículas en ciudades contaminadas incrementa la cantidad de alergias.
El ambiente en el que una persona se desarrolla modula el sistema inmunitario para hacerlo más resistente o frágil ante las alergias. Pero el nuevo paradigma indica que genes y ambiente pueden terminar configurando un organismo susceptible de manera genérica a las alergias, que después reaccionará ante el contacto con alérgenos.
No habría genes o sensibilización inicial a sustancias específicas, sino mecanismos más generales que harían a una persona alérgica o no. La predisposición sería más importante que la exposición. “Si tras más investigaciones confirmamos que esto es así, nos tocará replantear algunas terapias basadas en evitar la exposición”, apunta el Dr. Antó.
¿Cada vez menos alergias?
Un aspecto interesante derivado del trabajo de Darryl Zeldin es que el aumento de alergias en las últimas décadas puede haberse detenido. Los especialistas en alergias están bastante convencidos de que, seguramente por la hipótesis de la higiene, el número de alergias en países desarrollados ha estado creciendo de manera constante desde los años 70.
Según esta nueva visión, genes y ambiente se unen para hacer que un individuo sea alérgico de manera genérica
“Pero no tenemos datos precisos para demostrarlo, porque los test cutáneos con los que se medían las alergias hace 30 o 40 años no eran tan precisos como los análisis de IgE en sangre que hacemos en la actualidad”, explica Zeldin.
Para solucionar esto, investigadores del Instituto Nacional de Salud Ambiental del NIH están recogiendo muestras de sangre de antiguos estudios guardadas durante décadas, en las que quieren analizar la concentración de IgE. “Lo que nos parece estar observando es que efectivamente hubo un gran aumento, pero que en los últimos años se ha estabilizado”, concluye.
“Podría ser que hubiéramos llegado a cierta saturación poblacional en la prevalencia de alergias. Esto encajaría en la hipótesis de que hay mecanismos más genéricos. No todo el mundo es susceptible a todo”, confirma Antó. Agencia Sinc.