UNA INVESTIGACIÓN DEL HOSPITAL DE ALICANTE MUESTRA LA INFLUENCIA DEL ADN BACTERIANO INTESTINAL EN LA RESISTENCIA A LA INSULINA

Un trabajo de investigación realizado por un equipo multidisciplinar del Hospital General Universitario de Alicante ha demostrado recientemente que el paso a la sangre de ADN de bacterias intestinales podría ser el causante de la resistencia y la inflamación que se observa en pacientes con obesidad mórbida. Este trabajo ha sido publicado en 2014 por el prestigioso Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism.

Los investigadores plantearon la hipótesis de que podría existir un paso de bacterias intestinales a la sangre de los pacientes obesos. «Si eso es así, entonces la presencia de bacterias en sangre podría provocar y mantener una respuesta inflamatoria en estos pacientes, respuesta que se perdería al perder peso después del ayuno o la cirugía bariátrica», apunta el doctor Felix Lluís, miembro del equipo de investigación.

Diabetes e inflamación en pacientes con obesidad mórbida

La obesidad es el factor más importante en la prevalencia de diabetes en una población. El 90% de los pacientes con diabetes tipo 2 tienen sobrepeso. La obesidad mórbida complica el manejo de la diabetes tipo 2, aumenta la resistencia a la insulina y la intolerancia de la glucosa, lo que hace que el tratamiento farmacológico sea menos eficaz.

Por otra parte, la obesidad induce un estado inflamatorio de baja intensidad en todo el organismo, mientras que la pérdida de peso reduce esta inflamación. La inflamación se comporta como un freno para prevenir que le excesivo acúmulo de grasa impida la movilidad y el deterioro de la salud.

La investigación

En el estudio participaron 58 hombres y mujeres con obesidad mórbida. Tras un ayuno durante varias semanas, por el que ingerían menos calorías de las habituales para cubrir sus necesidades diarias, fueron intervenidos con una de las técnicas habituales de cirugía bariátrica. Se tomaron muestras de sangre al iniciar el ayuno, inmediatamente antes de la cirugía, y a los 3, 6 y 12 meses después de la misma. Se midió en sangre la concentración de moléculas que favorecen la inflamación y la presencia de fragmentos de ADN bacteriano de origen intestinal. Todos los pacientes experimentaron una pérdida significativa de peso a lo largo del proceso.

Se detectó paso de fragmentos de ADN bacteriano a sangre en 32,8% de pacientes al inicio del ayuno, en 13,8% inmediatamente antes de la cirugía, y en 13,8%, 1,8% y 5,2% a los 3, 6 y 12 meses después de la cirugía. Además, en paralelo a la notable y progresiva pérdida de peso que experimentaron todos los participantes en el estudio, disminuyó la concentración de moléculas pro-inflamatorias en sangre y mejoró la resistencia a la insulina es decir, los pacientes precisaron menos insulina o incluso ya no necesitaron.

«Los estudios estadísticos llevados a cabo pusieron de relieve que la translocación de fragmentos de ADN bacteriano de origen intestinal es el único factor responsable de la respuesta inflamatoria mantenida y de la resistencia a la insulina, aún a pesar de la pérdida de peso», explica Sergio Ortiz, otro miembro del equipo de investigación.

La relevancia de los hallazgos radica en tres puntos básicos. Primero, en que el 30% de pacientes con obesidad mórbida tiene fragmentos de ADN bacteriano de origen intestinal circulando en sangre. Segundo, que la respuesta inflamatoria sistémica desaparece con la pérdida de peso, pero persiste elevada en pacientes con presencia de fragmentos de ADN bacteriano de origen intestinal en sangre. Tercero, la diabetes mejora con la pérdida de peso, pero la resistencia a la insulina persiste elevada en pacientes con paso a sangre de fragmentos de ADN bacteriano de origen intestinal.

«Estos datos abren la puerta a modular la respuesta inflamatoria y la resistencia a la insulina en pacientes obesos mediante la modificación de la flora intestinal y la prevención del paso de ADN bacteriano de origen intestinal a sangre», apunta Pedro Zapater, también investigador.

La obesidad

La obesidad se define por la Organización Mundial de la Salud como el acúmulo excesivo de energía en forma de grasa, que tiene efectos adversos en la salud y en la duración de la vida. La evaluación del exceso de peso se realiza en función del índice de masa corporal (IMC), una herramienta que correlaciona el peso con la altura. Se considera obesidad grave cuando el IMC es de 35 a 39,9 kg/m2, y obesidad mórbida cuando es superior a 40 kg/m2.

Los pacientes afectos de obesidad mórbida asocian un riesgo más elevado de desarrollar falta de riego sanguíneo al corazón, hemorragias cerebrales, dilataciones arteriales denominadas aneurismas, y alteraciones en las arterias de las piernas. Todas ellas hacen que estos pacientes presenten una mayor mortalidad que los individuos que tienen un peso normal.

El síndrome metabólico es un conjunto de alteraciones que incluye diabetes, anomalías en el nivel de lípidos en sangre e hipertensión arterial. Se presenta con más frecuencia en los individuos con obesidad y condiciona mayor riesgo de mortalidad por problemas en las arterias del corazón y el cerebro.

La obesidad mórbida asocia patologías respiratorias como el asma, las pausas en la respiración durante el sueño, y la alteración en el intercambio de oxígeno y carbónico en los pulmones. Todas estas enfermedades condicionan dificultad para una correcta ventilación y aumenta el riesgo de complicaciones respiratorias en estos pacientes. GVA.

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