El Instituto de Investigación Sanitaria Incliva, del Hospital Clínico de València, está desarrollando un estudio para analizar la implicación de la disfunción mitocondrial muscular en la fragilidad en pacientes diabéticas mayores, así como el papel del ejercicio como terapia. La investigación se ha dado a conocer coincidiendo con el Día Mundial de la Actividad Física, que se conmemora cada 6 de abril.
El estudio, dirigido por la María del Carmen Gómez-Cabrera, coordinadora del Grupo de Investigación en Ejercicio, Nutrición y Estilo de Vida Saludable y catedrática del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universitat de València (UV), y José T. Real, coordinador del Grupo de Investigación sobre Riesgo Cardiometabólico y Diabetes, parte de la idea de que la disfunción mitocondrial es la responsable de la aparición y progresión del deterioro funcional asociado a la sarcopenia (pérdida de masa y potencia muscular que ocurre durante el envejecimiento) y al síndrome geriátrico de la fragilidad en mujeres diabéticas tipo 2, mayores de 65 años.
Las mitocondrias son las responsables de la producción de energía por las células. A medida que envejecemos se producen una serie de cambios físicos que acaban afectando a las actividades de la vida diaria. Una persona mayor se fatiga con más facilidad que una persona joven, entre otras cosas, porque sus mitocondrias dejan de ser funcionales, pierden la capacidad de producir energía.
La sensación de fatiga es común en la fragilidad y los investigadores de este estudio consideran que esta condición es atribuible a alteraciones a nivel mitocondrial. A través del entrenamiento de fuerza pretenden mejorar la fuerza de las pacientes, así como la función mitocondrial.
La fragilidad afecta a más del 33% de la población mayor de 80 años. Se caracteriza por una capacidad reducida para responder a estreses menores que disminuyen la autonomía de quienes la padecen y suponen un mayor riesgo de discapacidad, hospitalización y muerte. Un anciano frágil, frente a uno robusto, tiene más probabilidades de acabar siendo dependiente, por lo que identificar y revertir el estado de fragilidad es fundamental para garantizar un envejecimiento saludable.
El objetivo principal del estudio es analizar el grado de afectación mitocondrial en el músculo esquelético de pacientes diabéticas tipo 2 y su relación con el síndrome geriátrico de la fragilidad. Además, se comparará este impacto con un grupo de mujeres jóvenes y se analizará el papel de un entrenamiento de fuerza muscular como mitoterapéutico (recuperador de la función mitocondrial).
Un total de 40 participantes
Para la investigación, ya en ejecución y con una duración aproximada de tres años, se han reclutado 20 mujeres jóvenes sanas entre estudiantes de la UV y se está en fase de reclutamiento de 20 adultas mayores diabéticas de más de 65 años (10 robustas y 10 frágiles) entre las pacientes del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínico de València.
Las participantes visitan el hospital en dos ocasiones separadas entre sí por un periodo de seis semanas, que es la duración de la intervención con ejercicio. En estas visitas se las valora clínica y funcionalmente; se les analiza la composición corporal; la calidad del músculo a través de una ecografía; y se toman una biopsia muscular del vasto lateral del muslo y varias muestras de sangre.
Entre las visitas 1 y 2 se incorporan durante seis semanas a un programa de ejercicio supervisado orientado a trabajar la fuerza e hipertrofia de los miembros inferiores.
Se sabe que el ejercicio físico es la intervención más potente para incrementar el número, tamaño y densidad mitocondrial en un tejido como es el músculo esquelético. Tradicionalmente, se ha considerado que los programas de ejercicio de resistencia aeróbica o cardiorrespiratorios son apropiados para la mejora de la función mitocondrial en distintos tejidos, mientras que los programas de entrenamiento contra-resistencia lo son para inducir hipertrofia y aumentos en la fuerza muscular. Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que ambas modalidades de entrenamiento tienen un impacto sobre la respiración mitocondrial.
Precisamente, para probar esta hipótesis y, ante las ventajas que los entrenamientos de fuerza suponen sobre la calidad de vida del adulto mayor, se ha planteado este proyecto de investigación.
Investigadores de dos grupos distintos
En este estudio participan investigadores UV-Incliva del Grupo de Investigación en Ejercicio, Nutrición y Estilo de Vida Saludable y del Grupo de Investigación en Riesgo Cardiometabólico y Diabetes. Sus miembros pertenecen a las redes de investigación nacionales Ciberfes y Ciberdem, áreas del Centro de Investigación Biomédica en Red (Ciber).
La sinergia entre ambos grupos surge a través de los programas de Investigación Transversal de Incliva y, más concretamente, del programa de ‘Sobrepeso, Obesidad y Riesgo Metabólico, Vascular y Renal’. En la investigación interviene, además, el Servicio de Radiodiagnóstico del Hospital Clínico de València, que realiza las biopsias.
En este trabajo está siendo fundamental el equipamiento adquirido a través de los fondos Feder derivados de la estrategia de la Comunitat Valenciana para la investigación en envejecimiento y fragilidad. Entre los equipos que se están utilizando se incluye el DEXA, para analizar la composición corporal; el equipo de respirometría de alta resolución (Oroboros); y el uPLC para analizar marcadores de daño oxidativo. GVA Sanitat