Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte entre la población femenina; responsable de casi un 40% de los fallecimientos. Así lo señalan los hospitales Vithas Nisa a través de un comunicado en el que explican que, tradicionalmente, los episodios isquémicos del corazón -infarto de miocardio y angina de pecho principalmente- han estado asociados al hombre.
Sin embargo, en los últimos años, se ha observado un incremento preocupante en la prevalencia de este tipo de patologías en la mujer. La protección natural que confieren las hormonas sexuales femeninas se contrarresta por el tabaquismo y otros hábitos de vida desfavorables. La incorporación de la mujer al mercado laboral, unos ritmos de vida cada vez más acelerados y, principalmente el tabaquismo, estarían detrás del deterioro en la salud cardíaca de las españolas.
Tal como explica el doctor Fernando Dicenta, jefe de la Unidad de Cardiología del Hospital Vithas Nisa Rey Don Jaime, “la protección natural que confieren las hormonas en la mujer, se ve antagonizada por el tabaquismo, sedentarismo, dislipemia y otros hábitos de vida desfavorables que antes eran menos prevalentes en ella”
Incorporación al mercado de trabajo
Año tras año, los informes de la Organización Mundial de la Salud advierten de que la patología cardiovascular es la principal causa de muerte en el mundo desarrollado. A renglón seguido se cita también un auténtico “cóctel molotov” de factores de riesgo que, para asombro de muchos y esperanza de otros, son absolutamente prevenibles: la hipercolesterolemia, el sobrepeso, el sedentarismo, la hipertensión y el consumo de tabaco. En este sentido el Dr. Alberto Berenguer, cardiólogo del Hospital Vithas Nisa 9 de Octubre, señala la importancia de “abandonar el hábito de fumar, controlar la hipertensión y los niveles de colesterol, y realizar ejercicio diario”. A esta conclusión se llega tras analizar las consecuencias de la incorporación al mercado laboral y los cambios en los hábitos de conducta que eso supone. Por ejemplo, en la rutina de una mujer ejecutiva. “Hay estudios que demuestran que los niveles de estrés no son los responsables directos de un deterioro en la salud del corazón, pero sí los hábitos que suelen caracterizar la jornada laboral de un ejecutivo: comer rápido y mal, jornadas maratonianas en la que no hay tiempo para el ejercicio físico, tabaco, etc.”.
El hecho de que históricamente la cardiopatía isquémica se cebara más con los hombres en un mundo de hombres, ha dejado a la mujer relegada en los distintos estudios para combatir la enfermedad y, en consecuencia, poco representada en los distintos ensayos clínicos que no se han parado a atender las características específicas de la población femenina y su respuesta a los distintos tratamientos y terapias.
Es una realidad que en materia de patología cardiovascular la inclusión de mujeres en estudios de hipertensión, diabetes e ictus no alcanza el 40%, y en enfermedad coronaria apenas un 25%. “Esta infrarrepresentación o “marginación científica” unido al infradiagnóstico e infratratamiento complican el pronóstico evolutivo de la enfermedad”, comenta el doctor Dicenta.
Protección hormonal
La capacidad de la mujer para escapar en edades tempranas a un infarto o una angina de pecho le viene dada por su sistema hormonal, de tal forma que los estrógenos le protegen frente a este tipo de accidentes cardiovasculares. Y así, afirma el Dr. Berenguer, “el hombre está mucho más expuesto a sufrir un episodio isquémico, mientras en las mujeres la menopausia supone el punto de inflexión”.
El problema surge con la menopausia, proceso que supone un descenso en picado del nivel de estrógenos y que deja a la mujer “desprotegida”, de tal forma que lo que en principio parece una ventaja puede volverse en contra, ya que la mujer empieza a sufrir ataques a su salud cardíaca una media de diez años después del hombre, cuando ya su salud general está más deteriorada y complicaciones propias de la edad avanzada como la hipertensión, colesterol, etc. pueden agravar el pronóstico. “Tampoco ayuda el hecho de que, tras un infarto o una angina de pecho, la mujer deje pasar más tiempo hasta llegar al hospital, algo que sucede porque los síntomas no son tan marcados como en el hombre y son de una presentación distinta”. Conviene destacar que en la mujer el típico dolor torácico que se irradia al brazo y que pone en jaque a quien lo padece y a quienes lo rodean, no suele ser tan marcado, si bien “sí que se da, pero no de forma tan intensa; quizá en la mujer la señal de alerta se manifieste con fatiga, sudoración y en ocasiones dolor en el centro de la espalda, interpretándose como estrés o ansiedad, lo que retrasa el diagnóstico y el tratamiento”, matiza el Dr. Berenguer.
Cuidar el corazón
Al igual que en el hombre, la rehabilitación cardíaca tras un infarto o angina de pecho es un pilar fundamental. “Las unidades de rehabilitación cardíaca están atendidas por equipos multidisciplinares que ayudan a recuperar el nivel de vida tras el evento isquémico. Además, aportan un control multifactorial que ayuda al paciente a implementar una correcta prevención secundaria” .Según el doctor Dicenta, “para aquellas mujeres que decidan proteger su corazón llevando a cabo una correcta prevención primaria, podemos citar unas claras recomendaciones: abandonar el hábito tabáquico, control de perfil lipídico (analítica anual), control de la tensión arterial y actividad física regular”.
Así mismo es fundamental alertar a las mujeres sobre la importancia de cuidar y promover la salud cardiovascular, dar importancia a los síntomas dudosos y aplicar las medidas diagnósticas y terapéuticas adecuadas reconociendo las peculiaridades de la enfermedad cardiovascular en la mujer, y finalmente promover estudios con una adecuada representación del sexo femenino. Vithas Nisa/COECS