El colaborador del Hospital Vithas Nisa 9 de Octubre del Centro Médico Milenium, el Dr. Fernando García-Sala apunta que han subido los trastornos del sueño entre bebés y niños y niñas menores de dos años. El hecho de que las obligaciones laborales de padres y madres les impidan pasar el tiempo que quisieran con sus hijos está llevando a cambios, tanto en el mapa de patologías pediátricas como en las necesidades médicas de los pequeños.
García-Sala, que recientemente ha sido nombrado presidente de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), ha señalado que «las explicaciones de por qué cada vez bebés y niños y niñas de hasta dos años tienen más problemas para conciliar el sueño todavía no son concluyentes. Pero podría estar en el hecho de que padres y/o madres pasan poco tiempo con sus bebés. Y cuando llegan a casa buscan suplir esa carencia con un tiempo y actividad con ellos que no es compatible con la higiene del sueño que precisan».
“Por otro lado, estamos viendo muchísimos casos de adicción a dispositivos móviles, que se llevan por delante las relaciones sociales, magnifican el alcance de posibles casos de acoso escolar, afectan a la calidad del sueño, porque los chavales se meten los dispositivos en la habitación…yo idearía un inhibidor de móviles para las casas para que los padres tuvieran un control sobre esos dispositivos. Sería muy beneficioso”
Saturación de urgencias
Otro de los cambios que se ha producido en los últimos años es la frecuencia con la que madres y padres demandan atención médica para sus hijos.
Un estudio reciente realizado entre pacientes pediátricos del Hospital Vithas Nisa 9 de Octubre desveló que una parte importante de las visitas a consulta se debe a febrículas, es decir, porque el niño o niña tiene una décimas de fiebre, que no supera los 38 grados.
Los especialistas recuerdan que cuando los niños y niñas eran vigilados de cerca por uno de sus progenitores las visitas innecesarias al pediatra eran muchas menos. “Pero hoy los padres están fuera trabajando, y la imposibilidad de controlar de cerca cómo se encuentra realmente su hijo/a hace que ante el mínimo problema acudan al pediatra.
En este sentido, los servicios de Urgencia también sufren las consecuencias.
“Este servicio se ha acabado entendiendo como un “cajero automático”, que en vez de dinero, dispensa atención inmediata. Las consecuencias son saturaciones desesperantes. Hay mucho que trabajar en cultura de salud en este sentido”, explica el Dr. García Sala.
Internet y falsas alarmas
Desde un punto de vista médico, afirma el presidente de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria, “internet ha tenido consecuencias negativas. Cualquiera puede colgar información en internet. Y el problema es que a toda se da credibilidad sin filtrarla”.
Por ejemplo, sobre la teoría de que las vacunas tienen importantes efectos secundarios y que podrían producir autismo, el Dr. García Sala defiende, que “esta afirmación, a todas luces falsa, partió de un artículo publicado por un pediatra británico que relacionó las vacunas con el autismo. Quince años después se evidenció que todo era un fraude y se le denunció”.
Falsos mitos sobre la leche de vaca
En cuanto a las opiniones radicalmente contrarias al consumo de leche de vaca, el Dr. García Sala es partidario de equilibrar la balanza.
“La mejor leche durante la primera etapa de vida es sin duda la leche materna. Principalmente por los anticuerpos que reciben de la madre. Los bebés que toman leche de su madre padecen menos bronquiolitis, diarreas, neumonías, y las infecciones suelen ser menos graves”, defiende.
“A partir de los dos años, es importante que tomen leche de vaca o de otro mamífero. Principalmente por la calidad y cantidad de proteínas que contienen”, prosigue.
Sí es cierto que en casos de intolerancia o malas digestiones se puede combinar con otro tipo de leche, pero no es aconsejable eliminarla de la dieta por completo. “Estamos encontrando casos de raquitismo y otras deficiencias por este motivo”.
También es cierto que las proteínas de la leche pueden resultar alergénicas y, en este sentido, producir problemas respiratorios. “Pero su alcance no suele ser remarcable, y las consecuencias de quitarle la leche a un niño/a sin un diagnóstico previo pueden ser peores”.
“En la infancia y adolescencia, las recomendaciones actuales son de tomar dos vasos de leche al día, es decir medio litro de leche. Con ello cubrimos las necesidades para su crecimiento pero si no llegamos tampoco es una tragedia ya que mediante otros alimentos podremos cubrir su deficiencia”.