Una selva en el corazón del hospital La Fe de Valencia. Pájaros y plantas decorando las paredes del TAC pediátrico, y una camilla convertida en una canoa para que los más pequeños se adentren en la espesura de la sabana. Éste es el proyecto que han llevado a cabo el servicio de Radiología de la Fe y la Fundación Juegaterapia, a propuesta de Hipólita Hernández, enfermera especialista en Radiología, que trabaja en el TAC pediátrico de la Fe. Ella fue quien solicitó decorar esta zona. Según explicó, ‘los niños que entran en esta sala tienen entre 3 y 10 años, están solos, les impacta la máquina y se ponen nervioso’. Por eso, con el nuevo aspecto del TAC ‘no sólo viven una historia, sino que además se evitan muchas sedaciones’.
El proyecto ha salido adelante gracias a la ayuda de la Fundación Juegaterapia, que ayuda a pacientes infantiles con cáncer a través del juego, La artista Rocío Gómez ha sido la encargada de dar vida a la nueva decoración, en una labor que se ha podido realizar mediante la aportación de AIJU y ASEPRI, Grupo FerroGlobe, Bodegas Valdepablo y la impresión y la colocación hecha por la imprenta PrintZone.
Más de 2.000 niños y niñas se beneficiarán de este nuevo entorno durante el próximo año. Esta es la cifra de menos atendidos anualmente en el TAC pediátrico de La Fe. El número aumenta hasta los 13.000, que es el número de niños y niños que pasan por la sala de espera. Se trata de una iniciativa que busca producir beneficios terapéuticos para los pacientes. De esta manera, afrontan con más tranquilidad sus pruebas y tratamientos, al hacerlo en un ambiente acogedor. Además, se da un paso más en la humanización de los centros y a la hora de reducir la ansiedad que provoca enfrentarse a esta enfermedad.
La Fundación Juegaterapia también ha querido mostrar su entusiasmo por esta iniciativa. «Estamos agradecidos de poder participar en un hospital tan importante, como La Fe de Valencia, así como el personal sanitario y a las empresas que han financiado este proyecto. La base de la Fundación Juegaterapia es el trabajo con los niños enfermos de cáncer para hacerles la vida más feliz, y crear un espacio más amable y que sea suyo, sobre todo para aquellos pacientes que experimenten ingresos de larga duración o que se someten a tratamientos que ellos no entienden’, explican desde la fundación.