Mientras las enfermeras y enfermeros de la Comunidad Valenciana estamos comenzando a llevar a cabo las diferentes actividades planificadas con motivo de la designación por la OMS del año 2020 como Año Internacional de las Enfermeras y Matronas, y mientras nos preparamos para celebrar el bicentenario del nacimiento de Florence Nightingale, precursora de la Enfermería profesional, así como el desarrollo final de la campaña internacional Nursing Now, están teniendo lugar ciertos acontecimientos que nada bueno auguran para este 2020 que se prometía tan esperanzador para el colectivo de Enfermería y para la profesión enfermera.
Por un lado, en nuestra comunidad autónoma, la directora del Servicio de Emergencias Sanitarias (SES) suspende el servicio del Soporte Vital Avanzado de Enfermería (SVAE) al negarse a poner en marcha las correspondientes guías clínicas que otorguen protección y seguridad jurídica al colectivo de Enfermería que trabaja en dicho servicio.
Por otro lado, Sanidad cambia el protocolo de Enfermería Escolar para la atención de un menor con muchas dificultades para realizar las funciones respiratorias (síndrome de Odine), y por el hecho de cumplir 15 años pretende sustituir a la enfermera que le cuidaba por un asistente personal, obviando la profesionalidad y pertinencia de aquella y la seguridad del paciente.
De fuera de nuestra comunidad nos llega la noticia de una sentencia judicial en Navarra que impide a las enfermeras poder dirigir centros de salud, reservando dicha potestad solo para el personal médico. Además la ANECA, no rebaja las duras condiciones impuestas a los docentes de Enfermería para poder acreditarse, lo que trae como consecuencia que asignaturas del Grado de Enfermería sean impartidas por profesionales de otras disciplinas.
Mal estamos comenzando este 2020 que se presumía paradigmático para la profesión de Enfermería en general. Solo espero no tener que recurrir al popular dicho “Dios mío que me quede como estoy”, no porque aspire a estar mejor, sino para que no nos humillen más a la profesión enfermera y a sus profesionales.
Ante este premonitorio y negativo panorama, me viene a la mente el libro de Concha Germán “La revolución de las batas blancas”, donde se narra el conflicto profesional protagonizado por los ATS en la década de los años setenta, en plena transición democrática en pro del reconocimiento del coeficiente de Grado Medio, la colegiación única, la modificación y la entrada de los estudios en la Universidad en lugar de ir a la Formación Profesional.
Una lucha con diversas y justas reivindicaciones, y muchas movilizaciones, consiguieron alcanzar el estatus profesional pretendido. Cuarenta años después, la profesión de Enfermería se encuentra inmersa en un contexto profesional que no es digno para sus profesionales, dado el relevante cometido que desempeñan en la sostenibilidad, calidad y seguridad del Sistema Nacional de Salud.
Es por todo lo dicho, y teniendo presentes los acontecimientos históricos que promovieron un importante avance en nuestra profesión, que me atrevo a sugerir que, como colofón del Año Internacional de las Enfermeras y Matronas, y dependiendo de los resultados positivos o negativos obtenidos, se pudiera concluir con manifestaciones por todo el territorio nacional que hagan público y visible el descontento o la satisfacción del mayor colectivo sanitario que tiene nuestro país.
José Antonio Ávila
Presidente del Consejo de Enfermería de la Comunitat Valenciana