Tras realizar ejercicio de alta intensidad, tomar una bebida isotónica puede ser positivo porque nos ayuda a recuperar algunos minerales que hemos perdido con el esfuerzo físico, como sodio o potasio. Pero ingerirla como si fuera un refresco sin haber hecho ejercicio antes, no es bueno para la salud, y mucho menos, para los más pequeños de la casa.
“Las bebidas isotónicas se deberían consumir después de actividades deportivas intensas en adultos, aunque cada vez vemos con más frecuencia cómo hay niños pequeños que las toman como un refresco proporcionado por sus padres”, alertan Vanessa Cruz Muñoz y Marta Urquizu Rovira, enfermeras del Centro de Atención Primaria Nord del Instituto Catalán de Salud en Sabadell (Barcelona). “Estas bebidas tienen unas altas concentraciones de iones como el potasio, que son un riesgo de salud importante para los niños”, añaden.
En las consultas de Pediatría y Enfermería, los especialistas han observado un aumento del consumo de bebidas azucaradas, lo que se relaciona con un aumento de obesidad, caries, hiperactividad y diabetes.
“Los estudios científicos relacionan el consumo abusivo de las bebidas isotónicas con la destrucción del esmalte dental por su pH ácido, la aparición de caries, problemas renales, arritmias cardíacas y edemas por acumulación de líquidos en el organismo”, enumera Victoria Valls Ibáñez, enfermera del Centro de Atención Primaria La Serra también en Sabadell. “El consumo a largo plazo se relaciona con un déficit de absorción de minerales óseos”, afirma.
Para averiguar por qué los menores beben este tipo de productos las tres enfermeras, junto a un nutrido grupo de investigadores de diferentes áreas científicas, han puesto en marcha el proyecto BEENIS. Con una encuesta muy detallada, los especialistas averiguarán los hábitos de consumo de niños y jóvenes y si están relacionados con cuestiones como el nivel económico familiar.
En el estudio también se incluirán las bebidas energéticas, es decir, aquellas que los menores toman para aumentar su rendimiento físico o intelectual, pero que tampoco son inocuas. “Su consumo afecta al rendimiento escolar, provoca insomnio, hipertensión arterial, ansiedad, deshidratación, convulsiones, arritmias y trastornos cardíacos”, señala Gerard Ruiz Blanco, uno de los enfermeros del proyecto.
Las encuestas se repartirán en casi todos los centros educativos de Sabadell, lo que permitirá al equipo contar con una muestra de población muy amplia y los resultados serán lo más representativos posible.
“Han accedido a participar 70 de los 79 centros escolares de educación primaria, secundaria y bachillerato de Sabadell, lo que supone un total de 24.500 encuestas”, detalla Josep María Manresa Domínguez, metodólogo de la Unidad de Investigación Metropolitana Nord del Instituto Universitario de Investigación en Atención Primaria (IDIAP) Jordi Gol (Barcelona) y profesor del departamento de Enfermería de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Del total de los cuestionarios, 9.300 se entregarán a padres y madres de alumnos de entre 1º y 4º de primaria. Los estudiantes desde 5º de primaria a 1º de ESO rellenarán 6.500, mientras que los 8.700 restantes irán dirigidos a alumnos desde 2º de ESO a 2º de bachillerato.
“Hemos creado unas encuestas adaptadas de un estudio previo realizado por la EFSA (Autoridad Europea de Salud Alimentaria, según sus siglas en inglés) para que los resultados que obtengamos puedan ser comparables con otros países”, destaca Pere Torán Montserrat, coordinador de la Unidad de Investigación Metropolitana Nord del IDIAP Jordi Gol.
El proyecto, pionero en España, está publicado en la plataforma de crowdfunding Precipita. De esta forma, cualquier persona interesada en conocer mejor el consumo de estas bebidas para prevenir sus riesgos en la población infantil puede apoyarlo económicamente. L. Chaparro/Blog Fecyt/COECS.
