El Departamento de Salud de La Ribera aconseja vigilar la alimentación de las personas mayores en verano para evitar riesgos de desnutrición y deshidratación.
La incidencia de estos trastornos se ve favorecida por los cambios debidos al envejecimiento, el deterioro funcional o cognitivo secundario a enfermedades frecuentes en personas mayores y algunos fármacos.
Según ha destacado el Dr. Juan Antonio Avellana, geriatra del Hospital Universitario de La Ribera, «la malnutrición en las personas mayores es uno de los síndromes geriátricos y uno de los principales factores implicados en el desarrollo de la fragilidad en este grupo de población. Su presencia es signo de enfermedad, predispone a desarrollar otras enfermedades, a ingresar en el hospital, aumenta la estancia hospitalaria si está presente en un paciente ingresado y aumenta la institucionalización en residencias y la mortalidad».
El Dr. Avellana ha llamado también la atención sobre la deshidratación en personas mayores, «por su alta prevalencia y por el incremento que supone de la mortalidad, siete veces superior en ancianos que en el resto de pacientes».
En cualquier caso, la deshidratación y la malnutrición en personas mayores pueden prevenirse, e incluso revertirse, si se siguen unos sencillos consejos nutricionales.
Consejos
En este sentido, tanto la Unidad de Geriatría como el servicio de Nutrición y Dietética del Hospital Universitario de La Ribera aconsejan controlar la cantidad de agua que toman los ancianos, que debe ser de 1,5 litros (6 vasos) al día. Según la jefa del servicio de Nutrición y Dietética, Dra. Pilar Luna, «otras bebidas como los zumos, las infusiones y los gazpachos, aportan también agua y pueden ser descontados de la cantidad total diaria». En caso de que el anciano beba poco, es importante ofrecerle más número de veces la bebida hasta completar la cantidad necesaria.
En cualquier caso, el agua no debe desplazar las comidas; la persona mayor debe beber y comer, ya que, en caso contrario, puede desnutrirse. «En caso de utilizar sopas o caldos, éstos no deben ser muy ligeros porque producirán saciedad y la persona mayor no comerá suficientes calorías como para fabricar las defensas que necesita», ha señalado la Dra. Luna.
Si la persona mayor debe tomar alimentos triturados, es importante hacerlos de forma variada. Asimismo, hay que adaptar las texturas de los alimentos con espesantes de venta en farmacia, para evitar que el anciano se atragante.
En caso de que la persona tenga poco apetito, «los frutos secos, el aceite e, incluso, alguna pieza de bollería, pueden resultar de mucha utilidad para llegar a cubrir los aportes energéticos necesarios», ha destacado la jefa del servicio. En este sentido, la Dra. Luna ha añadido que «es más importante que cubra los aportes calóricos que necesita antes que mantener una determinada restricción alimentaria».
Por su parte, el Dr. Avellana ha recordado la importancia de integrar a los mayores en las comidas de la casa, y de compartir con ellos sus recuerdos. «Recordar la dieta que ellos tenían, y compararla con la realizada hoy en día puede ayudar a disminuir los errores actuales y entrenar la memoria, por lo que tanto los mayores como los más jóvenes pueden mejorar su salud».
En definitiva, recuerdan que la persona anciana debe tomar 1,5 litros de líquido al día (agua, zumos, infusiones, gazpachos), y se le debe ofrecer agua durante el día aunque no la solicite; si utiliza sopas y caldos, éstos no deben ser muy ligeros y deben contener las calorías necesarias para fabricar defensas.
Los alimentos triturados deben prepararse de forma variada, adaptando la textura con espesantes, para evitar que se atragante. Si la persona mayor no tiene apetito, los frutos secos, el aceite o alguna pieza de bollería pueden ayudar a cubrir los aportes energéticos que necesita. Por último, es necesario integrarlos en las comidas de la casa y compartir con ellos sus recuerdos. GVA.