Estamos viviendo desde hace cinco años una desestabilización programada por el capitalismo gobernante del nuevo orden económico mundial contra la zona euro, en particular contra las democracias mediterráneas europeas (su parte más débil), y contra los países más occidentalizados de África, que son los que enfrentan con el Mediterráneo.
El motivo ha sido la crisis mundial, generada por el capitalismo global, que ha provocado la ruina de Europa y los cambios de régimen en el Norte de África. Los gobernantes tratan de tranquilizar a la población diciendo que hay que hacer reformas, que hay que hacer ajustes, que está próximo el fin de la crisis, pero la realidad es que cada año el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional alejan más la salida de la crisis.
Lo que sí es real es el aumento de la pobreza en toda Europa del Sur, el distanciamiento entre los ricos y los pobres, la disminución de los derechos sociales y de los trabajadores. Por su parte, en África del Norte, la realidad es la desestabilización social, las guerras civiles, el retroceso de las democracias en favor de las dictaduras religiosas.
En Europa, cuanta mayor pobreza de las clases medias y bajas, mayor riqueza de las clases poderosas: el capitalismo, la banca y los políticos. En África del Norte, cuantas más guerras más beneficios para la industria armamentística. No hay que olvidar que supone casi un 30% del PIB de USA. Si no hay guerras hay que inventarlas para evitar la recesión en los países productores de armamento.
Esta situación en la que nos encontramos no es una consecuencia necesaria de una crisis económica sino es el efecto premeditado de un proyecto a largo plazo. Ha pasado prácticamente desapercibido en las redes sociales un informe que el día 28 de mayo de 2013 publicó JP Morgan Global Issues titulado “El ajuste de la Zona Euro, una tarea a medio hacer”.
Es conocido mundialmente que la JP Morgan Chase es uno de los mayores bancos de inversión del mundo, que reina en el capitalismo americano y mundial desde mediados del siglo XIX y que expresa el parecer de los que realmente mueven los hilos en el mundo, generan las crisis, las recesiones, las guerras y las desgracias.
El informe en cuestión parte de considerar que las Constituciones Democráticas Burguesas deben derogarse. Considera como tales aquellas que se aprobaron en los países resultantes de la 2ª guerra mundial y que sustituían antiguas dictaduras. Entre ellas se encuentran, es particular y así las menciona, Portugal, España, Italia y Grecia.
Considera que las medidas financieras que hasta ahora se han adoptado por la Unión Europea, especialmente con la financiación de miles de millones de euros sin retorno previsible a favor de los bancos, han favorecido sus intereses, pero que no son suficientes. Pretenden, además de esas reformas financieras, una serie de reformas políticas para acabar con las reacciones sociales ante las medidas de ajuste y que éstas puedan fluir y aumentarse. Los derechos sociales (sanitarios, educación, beneficencia social) deben recortarse más para que las medidas de ajuste sean más eficaces. Los derechos políticos deben ser limitados y cercenados: el derecho de manifestación, de libertad de expresión, de representación democrática deben ser sustituidos por sistemas políticos restrictivos y autoritarios. En los que no haya control de la actuación de los gobernantes, ni responsabilidad de los gobernantes ante la corrupción y degeneración política.
El informe resalta que no es suficiente con que en la actualidad los gobernantes de los países sean débiles, corruptos e incontrolados y que no representen realmente a los ciudadanos. Hay que ir más allá: “Los Sistemas Políticos de los países de la periferia tienen unas características comunes: unos dirigentes débiles; unos Estados centrales débiles en relación con las distintas regiones; protección constitucional de los derechos de los trabajadores; sistemas que buscan el consenso y se anima el clientelismo político; el derecho de protesta, permitido por el statu quo político. Las lagunas de esa herencia política han quedado al descubierto por la crisis”.
El objetivo final es acabar con esas democracias en Europa e instaurar regímenes autoritarios, como los que se están implantando en el Norte de África, si bien allí adornados con la variable religiosa. El objetivo último del capitalismo global es la contrarrevolución, la desaparición de las democracias sociales y el retorno de los regímenes autoritarios, más fáciles de controlar con dirigentes débiles, amarillos y cautivos, como los que tenemos actualmente, pero sin democracia. Cómo me recuerda a lecturas de textos entonces denostados y perseguidos como infames y mentirosos y que el tiempo está rehabilitando y dando la razón. Me refiero a los Protocolos de los Sabios de Sion y a las constituciones de la Comisión Trilateral y del Club Bildelberg. ¿Eran fábulas, mitos conspiranoicos o un camino de largo recorrido y con estaciones perfectamente definidas?
José Pascual Fernández
Abogado del Colegio Oficial de Enfermería de Castellón